Ningún ser humano indiferente ante la comida es digno de confianza.



(Pepe Carvalho)




jueves, 29 de septiembre de 2011

Crema de Boletus


Hola Amiguitos!

Como ayer estábamos de aniversario (como todos los 28, vamos, cualquier excusa es buena) hemos preparado una cena sencilla, deliciosa y un poco mas calórica de lo normal, pero vamos, tampoco para preocuparse.

Los ingredientes son fáciles: una cebolla, un puerro, un paquete de boletus en aceite, unas láminas de boletus deshidratados, un poco de mantequilla, un chorro de nata (ay! La nata!) y un par de huevos. Ya está.

En una olla o cazuela de fondo grueso ponemos un poco de mantequilla y pochamos el puerro y la cebolla bien picaditos.

 Mientras tanto ponemos a hidratar las láminas en un cuenco con agua.

Dejamos las verduras una media hora a fuego suave, y después añadimos el boletus en aceite. Batimos bien todo y después con el agua la nata conseguimos la cremosidad que más nos guste. Probamos de sal y pimienta y añadimos a discreción.


Para los huevos vamos a intentar una técnica un poco más avanzada (que ya va siendo hora…) con cierta complicación, pero que si nos sale bien, queda espectacular. Ponemos a hervir agua y cuando ya está bien arrancado el hervor, creamos un remolino con la cuchara, y dentro cascamos el huevo. Si hay suerte y no se rompe la yema, nos quedará la clara cuajada y al retirar el huevo un par de minutos después (con una espumadera y mucho cuidado) la yema todavía seguirá liquida en el interior.


A la derecha se ve uno que ha quedado mal, y a la izquierda uno que ha salido bien, práctica!

Emplatamos la crema, con las láminas, el huevo y algún picatoste. A cenar!!



                                                    Y como es cena especial, un postre rico!

martes, 20 de septiembre de 2011

CASA LAUREANO





A tan sólo 11 kilómetros de Oviedo se encuentra Llanera y si un día tenéis la suerte de pasar por allí a cualquier hora en la que sea decente comer, no dudéis en acercaros a Casa Laureano (avenida Prudencio González, 62). Desde 1917, este estanco con comedor, o restaurante con zona habilitada para fumar, deleita a los parroquianos con lo que de verdad es una “comida casera” que debería disponer ya de una denominación protegida, porque ahora nos hacen comida casera hasta en el VIPs.



Primero tenemos que entrar en el estanco, que no necesita decoración retro, es que es así y al fondo, tras unas cortinas, encontraremos tres o cuatro mesas, con suerte alguna vacía para nosotros. Una puerta trasera asoma a unos prados por donde salir huyendo en el caso de que irrumpa el ministerio de sanidad por la puerta principal o para bajar la comida con un paseo.


De su estupenda cocina tradicional cabe destacar dos primeros memorables: la imprescindible fabada (que vale casi de primero y segundo) y el arroz con almejes (que son los 2 primeros que hay) y de segundo el pixin (rape) y los solomillos con salsa de setas y castañas.









Los postres son de elaboración casera, de entre los cuáles se puede degustar el mus de limón, la tarta de almendras, las natillas y la compota, riquísima!




Pero lo mejor, con diferencia, es el trato tan agradable con el que te atienden las hermanas León (Carmen y MariaLuisa), ¿Qué no te has podido terminar el solomillo? No hay problema. Como abuelas preocupadas, te envuelven el filete en un bocata, y así se aseguran un eterno agradecimiento celestial a la hora de la merienda, en el vuelo de vuelta a 10.000 pies de altura…


domingo, 11 de septiembre de 2011

La Vaca Picada

El otro día nos pasamos varios compañeros de la oficina a
comer por La Vaca Picada, un restaurante especializado en hamburguesas, con dos
locales, uno en Las Tablas (donde fuimos) y otro en Serrano. La materia prima
para la carne es lomo de cebón del norte o pollo de corral, que luego se
preparan a la parrilla. Está claro que el enfoque es a una comida rápida y
funcional, al que no le guste la hamburguesa puede elegir una lasaña,
solomillo, entrecot o un tartar, y en la carta tienen 4 tintos y un blanco (un
rueda verdejo de Emina) y otro rosado (lambrusco!).


Casi todos pidieron la hamburguesa de La Granja
(con bacón, lechuga, tomate y salsa especial) de 160gr (se puede pedir de 160,
250 y 500gr) y yo probé la hamburguesa Real de 250gr (con cebolla caramelizada,
brie fundido y tomate raf). La presentación inicial, bien, nos acompañaron
rápidamente a la mesa y nos tomaron la comanda de bebidas, luego encargamos las
hamburguesas y a pesar de que el local ya estaba casi lleno (imprescindible
reservar entre semana) no tardaron demasiado. Todo casi perfecto, si no llega a ser porque el camarero equivocó la comanda (pedí patata asada y las trajeron
fritas) y en lugar de rectificar en el acto, se puso a murmurar, fue a por la
nota, volvió, comprobó que efectivamente se había equivocado y entonces, y sólo
entonces, decidió que me merecía el favor de que me cambiaran las patatas.


A mí
me encanta la carne cruda, pero si no sois fans, mejor no la pidáis “al punto”,
pedidla “hecha” porque en este local, entre “crudita” y “al punto” no hay más
que un punto y coma. Por terminar con los defectillos, teniendo en cuenta el
tamaño de las hamburguesas, no parece muy apropiado el bollo de pan de
pastelería con las que las preparan, porque se deshace entre los dedos si intentas
agarrarla y darle un buen mordisco. Por lo demás el local es agradable, despejado, y los fumadores pueden utilizar las mesas del exterior mientras
comen. Para quitarse el capricho, tiene un pase, pero después de haber probado
hamburguesas desde Hamburgo hasta Nueva York, y teniendo en cuenta que aquí están
“especializados”, no les doy más de un 3 sobre 10. Otra vez será. Lo mejor,
como siempre, la compañía.