Aquí va la crítica gastronómica de una cerveza que hemos tomado este finde para celebrar la carrerita. Está elaborada por la conocida cervecera Damm con la colaboración de los sommeliers de El Bulli (Ferran Gentelles y David Seijas) y la participación, mas o menos mediatica de Ferran Adriá (que casualmente sale en los anuncios de Damm de este verano)
Lo primero que nos llama la atención es el diseño de la botella, que casi parece una bordelesa de vino mas que el clásico tercio, con la idea de transmitir el deseo de que sirva como acompañamiento a comidas mas serias que el tapeo dominguero, así que la han vestido de tiros largos para poder sentarla a la mesa.
Es un coupage de malta de cebada y trigo, con lúpulo, cilantro, piel de naranja, regaliz, levadura y agua.
Según la nota de cata, es una cerveza de alta intensidad y complejidad aromática, con un aspecto turbio, afrutada y floral en nariz. En boca es de textura cremosa y fresca con carbónico delicado y un postgusto largo. Recomiendan mantenerla en cubitera durante el servicio y servirla en copas de vino blanco, llenándolas sólo hasta la mitad para apreciar mejor todas sus virtudes.
A nosotros nos pareció muy suave, con pocas aristas amargas, exactamente el tipo de cerveza que nos gusta a los que no nos gusta la cerveza. Buen provecho.
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